martes, 20 de septiembre de 2011

La hormiga y la cigarra

Han pasado tres años desde que la tan negada crisis económica mostrara sus garras a la economía española y comenzara a dejar al país en una situación maltrecha, con uno de los mayores índices del paro de nuestra historia y una inestabilidad económica al borde de la especulación permanente del rescate financiero.

Cada día nos encontramos con optimistas, que ven constantemente brotes verdes en nuestro futuro económico, y con muchos pesimistas, que perciben una situación alargada y no exenta de una intervención necesaria.

En toda esta tormenta, hay quienes lideran una recuperación económica basada en dos principios básicos: austeridad y trabajo. Justamente los principios opuestos que guiaron los años previos a la crisis: derroche y especulación.

Recuerdo que una de las cosas que más me llamó la atención de mi primer trabajo fue la experiencia de sentirme hormiga. Podría ser incluso aburrido, pero una de sus claves era la preocupación por la calidad, el trabajo bien hecho y el servicio al cliente. Pequeñas piezas que encajaban en una tradición de hacer de muchos años que, como otros muchos trabajos y otras muchas empresas, se vieron arrollados por la fiebre de la especulación, en una evolución y transformación mal entendida de la cultura del pelotazo y del dinero rápido.

Negocios financieros, la construcción, la especulación de la compra y desmantelamiento de empresas y el esnobismo de un cuerno de la riqueza que parecía no tener fondo cautivaron a una generación que se focalizó en carreras explosivas, despreciando a los corredores de fondo, a los resultados a largo plazo y al valor del trabajo.

El derroche alcanzó a la vida profesional y personal. Hace unos días me contaban el caso del constructor que se iba a ver carreras de F1 alquilándose avionetas para ir a Italia, Francia… Hoy las deudas le consumen.

Quedan dos meses de las elecciones generales y, sinceramente, mucho tendrán que demostrar los candidatos sobre si sus propuestas son de hormiga o de cigarra. Más cuando sus organizaciones se han basado en la especulación y el derroche. No es de extrañar que puedan tener voz organizaciones contestatarias que agrupen la opinión descontenta de la sociedad.

Predicar la austeridad y el trabajo se tiene que hacer con el ejemplo personal, profesional y de organización. En estos últimos meses he podido compartir muchas horas con emprendedores, gente que una enorme ilusión ha vuelto a recuperar valores con los que puede resurgir un nuevo tejido empresarial. Tal vez, muchas organizaciones debieran hacer autocrítica y recuperar el espíritu de una economía sostenible y trasmisible a futuras generaciones.

3 comentarios:

  1. interesante punto de vista. Sin dudas que la salida está en el trabajo y en el hacer las cosas de forma seria, transparente y confiable; donde la innovación es muy importante y la conciencia sobre lo colectivo fundamental.

    Abrazo y éxitos.

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  2. Fernando: Te supongo enterado del descabezamiento de Thomson Reuters Aranzadi, ahora va a ser dirigido por los argentinos. Los argentinos son cigarras o hormigas.
    Soy Felipe Lopez

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  3. Gracias amigos por vuestros comentarios.
    Felipe, un placer volverte a ver por las redes. Yo los argentinos que he tenido la suerte de conocer son hormigas y muy trabajadoras.

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