miércoles, 30 de marzo de 2011

En política la moral hay que apartarla, ¿no te indigna?

En una reciente entrevista publicada en el Periódico de Guatemala, Orlando Blanco, mano derecha de Sandra Torres, -esposa del Presidente Guatemalteco- declaró que “en política la moral hay que apartarla”. No es baladí esta respuesta, en un contexto en el que los políticos que ejercen el poder demuestran constantemente su apego al mismo y, desde ahí, en su perpetuación a la tiranía sólo hay una delgada línea.


La afirmación de Blanco no tiene otro objetivo que justificar el hecho de que Sandra Torres se vaya a divorciar de su marido, Presidente de Guatemala, para optar a la presidencia del País. La Constitución de Guatemala prohíbe que la familia del Presidente pueda optar al cargo y, mediante el divorcio, la futura candidata consumará el «fraude de ley» presidencial, más si como se deduce de la entrevista, los futuros divorciados pasaran a ser una pareja de hecho.

La tentación de perpetuarse en el poder es algo intrínseco de la vida política y de la poca madurez democrática. Hoy que estamos viviendo la caída de las tiranías hereditarias árabes, claro ejemplo que, desde postulados revolucionarios y sociales (la mayoría miembros de la Internacional Socialista) o desde tradiciones monárquicas absolutistas, los sistemas se corrompen, generan las riquezas de unos pocos y una vulneración constante de los derechos humanos y los principios democráticos.

Es Latinoamérica, las herencias políticas entre cónyuges, ante las limitaciones constitucionales, pasan a ser un nuevo modelo de perpetuación del poder «de la familia».

Para los tiranos no hay moral a la hora de mantenerse en el poder, pero, para quienes defienden los modelos de las democracias occidentales, ese permanente intento de vulnerar su sustituibilidad es un insulto a la ciudadanía y a los principios y valores democráticos. No es justificable decir que el pueblo decida en las elecciones, la democracia se basa en renovación de sus cargos políticos, cuya tendencia natural es la degradación y la corrupción.

Por muchísimas razones, es hora de que la sociedad manifieste su indignación ante los políticos y, más, ante los que justifican los objetivos políticos sobre cualquier moral. Recientemente, Stephan Hessel lanzó un mensaje revolucionario a los jóvenes franceses ante los resultados de una crisis provocada por los inmorales responsables financieros: INDIGNAOS¡¡ INDIGNEZ-VOUS¡¡ La peor actitud del hombre es la indiferencia, ahí, se pierden dos grandes facultades del hombre –dice Hessel-: la indignación y el compromiso. La indignación provocó luchar contra el nazismo, contra las tiranías. Los jóvenes árabes se sublevan porque están indignados ante los tiranos que les gobiernan y, como Hessel proclama, el arma no es otra que la insurrección pacifica.

Los poderes no pueden creer contantemente que los ciudadanos vamos a ser constantemente indiferentes ante sus deviaciones, proclamar que la moral es ajena a la política, es decir que los políticos tienen carta blanca para ejercer como tiranos, como bien dice Hessel indignarse no en más que el proceso natural de los hombres para corregir las desviaciones de sus dirigentes. Hessel, a sus 93 años, y, ante la pasividad de la sociedad y de una juventud caída en la indiferencia, recuerda estos principios a los jóvenes franceses. Su mensaje se extiende en Europa, justo en el momento en que se lleva a cabo en Oriente Medio, y debe ser un llama que circule por todo el mundo. INDIGNAOS¡¡¡ INDIGNEZ_VOUS¡¡¡¡

3 comentarios:

  1. De lo que hablas no es de moral. El fraude no tiene nada que ver con la moral sino con la legalidad. El que ese fraude se lleve a cabo con un divorcio no es mas que un medio, pero el divorciarse o no divorciarse no es un acto moral. El que ese divorcio sea solo una estrategia y la ruptura matrimonial sea mentira, es un fraude. Pero no tiene nada que ver con la moral, insisto.

    Dicho esto, por supuesto que esta sociedad tiene que proclamar su indignación. Pero... en la medida en que siga apoyando a sus políticos, seguirá confirmándolos y seguirá mereciéndolos.

    Si en Guatemala el electorado elige a la mujer neo soltera, la presidenta habrá cometido fraude pero el electorado habrá aprobado ese fraude. Ha querido creérselo, así que no puede denunciarlo.

    No sólo se puede exigir al otro ser honesto, primero hay que serlo uno mismo.

    Indignación pero también responsabilidad.

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  2. Estoy entendiendo que cuando alguien comete un fraude, algo ilegal, moralmente puede ser aceptable? y si además una mayoría de los afectados les aplauden, les tenemos que sacar a hombros?
    indignante, no? no. moralmente no.

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  3. Estoy de acuerdo con Fernando. El hecho de que la mayoría lo apruebe no elimina la inmoralidad del hecho. Hay unas reglas de juego mínimas que hay que respetar. En este caso estamos ante un fraud de ley que debiera ser perseguido aunque se ganen las elecciones y una patente falta de moral/ética que es inaceptable aunque se ganen las elecciónes

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