lunes, 22 de marzo de 2010

Yo quiero elegir al presidente de la UE

Y al Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común y al Presidente de la Comisión y a los comisarios europeos. ¿esta es la democracia representativa de la que habla el Tratado de Lisboa? La que vuelve a apartar a los ciudadanos de la elección de sus representantes a favor de los Gobiernos nacionales.


Ya es hora de que los ciudadanos europeos reclamemos nuestro derecho a elegir a nuestros dirigentes. De que los gobiernos europeos jueguen al monopoly con las Instituciones de la Unión Europa designando a los menos malos, a los que no les hacen sombra, a los que no les molestan.

Es la hora de una revolución cívica de los ciudadanos europeos. Hoy, después de 220 años de la Revolución Francesa, los principios de la separación de poderes no existen en el marco de la Unión Europea. El absolutismo de nuestros dirigentes en el seno del Consejo Europeo en una manifestación constante de aquella máxima "Gobernar para el pueblo, pero sin el pueblo". Este es el lema que impera en la Unión Europea. Son los Jefes de Estado y de Gobierno quienes eligen a nuestros dirigentes europeos.

Cuando se presentan a las elecciones naciones para ser elegidos Presidentes de Gobierno, ¿nos trasmiten que son ellos quienes eligen a nuestros mandatarios europeos? ¿nos dicen quienes son sus candidatos? El poder que los Tratados otorgan a los Estados miembros es contrario a todas las reglas democráticas. El Tratado de Lisboa no ha mejorado la situación, sino que después de la elección del Presidente del Consejo y de la Alta Representante para la Política Exterior, deja bien claro que hay otro poder en la sombra: el eje París-Berlín.

Ha llegado la hora de que los ciudadanos europeos reclamen la soberanía. A falta de un Tratado que instaure la democracia plena en la Unión Europea, que considere al pueblo europeo soberano para elegir sus mandatarios, sería suficiente un compromiso por los Estados miembro de proponer a los cargos de Presidente del Consejo, Alto Representante, Presidente de la Comisión y demás comisarios a los elegidos de unas elecciones democráticas celebradas a la vez que las del Parlamento Europeo.

Esto supondría que los partidos políticos europeos tendrían que elegir sus candidatos, que deberían que elaborar unos programas de actuación política y que, en suma, habría líderes naturales para dirigir el proyecto europeo.

Europa necesita una revolución cívica, no son tiempos de cortar cabezas, pero sí de construir los valores de la Unión Europea desde la soberanía popular de los ciudadanos europeos. A falta de un Tratado que regule la Europa del Siglo XXI, es suficiente un compromiso de los Estados de dotar a la Unión de una mayor democracia. ¿podrán nuestros políticos ceder su protagonismo?

Fernando Biurrun Abad,
Abogado

Publicado en www.legaltoday.com el 30 noviembre 2009

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